miércoles, 8 de diciembre de 2010

urbanidad y sociabilidad: escenarios y transformaciones_Xabier González

Aunque las costumbres evolucionen permanentemente en función de las modas o las transformaciones sociales y económicas, la aparición de nuevos usos se ha convertido en agente primordial para la invención de nuevas tipologías espaciales o arquitectónicas. ¿Son pues las estaciones de transporte, los pasajes peatonales, los grandes almacenes, los aeropuertos y los centros comerciales una ampliación, un límite, una reducción o un mero refugio del espacio público? Esta ambigüedad, e incluso interferencia, de los límites e indicadores entre espacio público y privado, magnificada por la herencia urbanística del Movimiento Moderno, comporta la impresión de que el espacio público pertenece a todos y a ninguno a la vez.

Esta es una de las razones por las que estos lugares son la actualidad secuestrados, privatizados y usurpados. Los vacíos, dependiendo de su potencial, se han convertido en las estancias de una gran casa común a ocupar, en receptáculos o traducciones espaciales de los nuevos hábitos sociales.

Revestir muros de graffiti o reutilizar los objetos presentes en el sitio, son el tipo de prácticas que corresponden a esta cultura urbana de apropiación y el movimiento. La ciudad es un vasto terreno para el experimento y la comunicación; sus territorios son escenarios saturados de signos, imágenes y objetos fijos o móviles que se adaptan a las necesidades actuales o venideras, permanentes o efímeras. Las rayuelas, tanto como los niños que protagonizan las fotografías de Doisneau han desaparecido de la calle, así encontramos patinadores, bailarines de break bajo las marquesinas, octavillas publicitarias en cabinas telefónicas, anuncios de clases particulares en las bajantes de pluviales de los edificios, muros invadidos por la obra de un artista urbano, cursos de Tai-Chi en los jardines, merenderos improvisados a orillas de un canal, botellones de fin de semana, coches con el maletero abierto y la música a todo volumen …

El desarrollo del movimiento Okupa, esto es, la ocupación de edificios vacíos, ha sido uno de los detonantes de una verdadera cultura alternativa. Este fenómeno, heredero a la vez del movimiento autónomo por su politización, del punk por su estética y del hippie por tendencia al vagabundeo keruaciano, nace en Berlín al final de los 70, precisamente en el barrio de Kreuzberg. En aquel momento, la cuestión política sobre el "derecho a la ciudad" ocupaba el centro de todos los debates urbanos. En este sentido, la principal originalidad de aquel movimiento fue que consiguió abarcar la totalidad de disciplinas culturales (arte, música, cine) e incluso políticas. El desarrollo y florecimiento de esta corriente, en la que se apoyó el Partido Verde alemán, se debieron a una nueva fuerza sociológica: el movimiento asociativo.

Esta conciencia renovada del espacio y el tiempo, y su lectura del territorio apareció de nuevo en los 90 con la cultura Techno, cuando Berlín se convirtió en uno de los principales viveros de la música electrónica. Las fiestas multitudinarias participan del mismo proceso: ocupar un espacio público o privado (un hangar, un erial, un bosque) y alterar su uso para convertirlo en escenario efímero de conciertos: El sentimiento tribal de los participantes es fundamental, ya que en sus orígenes sólo algunos pocos compartían la información sobre los eventos.

El teléfono móvil, los SMS, foros de internet, etc, son la actualidad una herramienta básica del movimiento asociativo, se han convertido en sus nuevos canales de comunicación y utensilio indispensable para amplificar su acción. De este modo, la Red puede entenderse como prolongación directa, aunque virtual, del espacio público. Cabe destacar en este contexto, el uso que hacen del espacio público los Flash,Mobs, grupos capaces de ejecutar acciones de ocupación rápidas y efímeras en los lugares más concurridos. Su actividad consiste en reunir durante algunos segundos a varios cientos de desconocidos en un acto común y sincronizando, para luego marcharse sin haberse dirigido la palabra. Esta auténtica acción de comando no podría llevarse a cabo sin la existencia de este nuevo espacio social que es la Red.

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